Somos Historia Viva: La leyenda de Óscar Alfredo Ledesma, campeón 1958

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Es mediados de 1950. Ha pasado tiempo desde que el club vendió al talentoso Osvaldo “Huaso” Sáez a Colo-Colo. Urge llenar esa vacante en el mediocampo y el entrenador, don José “Gallego” Pérez, transmite esta inquietud a los dirigentes.

El director Harold Hucke es designado para dirigirse a Buenos Aires con la misión de encontrar un mediocampista trasandino. El viaje rinde frutos y el señor Hucke le comunica al presidente, don Arsenio Fernández, que el elegido es Óscar Alfredo Ledesma, mediozaguero de 21 años perteneciente a River Plate, pero formado en Independiente, quien llegaría a préstamo. Ya en la primera práctica, efectuada el 27 de julio en el Estadio de la Compañía Chilena de Tabacos, dejó muy buenas impresiones. Según lo relataba el Diario La Estrella “es de estampa recia y juega la pelota de primera. Cabecea con seguridad y apoya con prontitud en forma larga y por bajo”.

Aunque con un comienzo más débil en lo defensivo, producto de la diferencia en el estilo del puesto en Argentina, pronto se fue afirmando hasta encontrar el equilibrio entre defensa y apoyo a la línea delantera, al punto de que el “Flaco” llegó a ser una de las mejores figuras extranjeras a menos de un año de su llegada.

A principios de 1952, el club inexplicablemente lo deja ir en su mejor nivel, siendo transferido a Ferrobádminton. Sin embargo, al cabo de algunos años, es solicitado por don José Pérez, y como le fue imposible olvidar su primer amor chileno, a inicios de 1958 se produjo el regreso de Ledesma, ya nacionalizado, para potenciar el mediocampo. Titular indiscutido, jugó a gran nivel la temporada, contribuyendo con su juego inteligente, técnico, para llevar adelante una campaña memorable que se consagró con el campeonato aquel 30 de noviembre de 1958. Aunque debido a una operación no pudo estar presente en el último partido, así describió Revista Estadio su juego: “Ledesma era de los que disfrutaban —y acaso no concebía hacer otra cosa— reteniendo el balón, complicando el juego, haciendo gala de su indiscutible habilidad individual. Este año fue un volante de ataque de excelentes dimensiones. Diestro, cerebral, sin hacer nada de más. Luciendo menos para él y para el público, seguramente, rindió como nunca para el equipo”.

Nuestro campeón falleció un 20 de octubre de 2004, no sin antes haber transmitido la wanderinidad a su familia, el amor por un club y una ciudad que llevó en el corazón.

Festejando el campeonato 1958 (Revista Estadio)

En acción (Revista Estadio)

Con don José “Gallego” Pérez en su primer entrenamiento, 1950 (Diario La Estrella)

Un aporte del investigador Mauricio Larco para Santiago Wanderers.

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