“Viendo jugar a Francisco Julio se comprende perfectamente el espíritu que anima a los defensores de Wanderers […] Cualquiera que sea la importancia del partido, su disposición es exactamente la misma. Para él lo mismo da un partido de práctica que un amistoso intrascendente. Un cotejo oficial con el colista que un match de carácter internacional. Voluntad pura, ya lo digo, y un fervor que explican con muda elocuencia por qué Wanderers se identifica y representa todos esos atributos que han hecho de Valparaíso nuestro primer puerto y una ciudad de personalidad reconocida”. Así describía décadas atrás en la Revista Estadio don Julio Martínez las características de Francisco José Julio Castro, histórico zaguero y lateral izquierdo wanderino, capitán del plantel que obtuvo el título de 1958.
Nuestro campeón nació en la capital el 22 de octubre de 1929, sin embargo, su familia al poco tiempo a la ciudad puerto y allí ese niño de unos 8 años pudo empaparse del fervor y carácter aguerrido de los habitantes de nuestra ciudad, practicando su afición futbolera en el Liceo de Playa Ancha y sus canchas aledañas, y concretando el sueño de todo joven porteño y futbolero: ingresar a la juvenil del Wanderers, lo cual efectuó hacia el año 1946. Desde ahí en adelante jamás vestiría otra camiseta que la caturra en toda su trayectoria, wanderinidad que transmitió a su familia (Su hijo Pedro jugó en el primer equipo en 1989).
En ese semillero a cargo de Tito Velasco se estaban formando otros cracks, como Reinaldo Coloma, Guillermo Díaz, Francisco “Paco” Molina y otros, con quienes hizo su debut oficial en el primer equipo hacia 1948 y con los que rozó la gloria al año siguiente, al terminar el torneo como vicecampeones, con la dirección técnica de José «Gallego» Pérez.
Desde su debut, pocas veces soltó la camiseta titular, solo por lesión u otra razón de fuerza mayor. Y así fue durante una década. Aunque año a año pudieran cambiar los planteles, Francisco Julio era pieza inamovible. Un zaguero y lateral izquierdo aguerrido, donde los punteros rivales debían hacer proezas para superarlo (“un wing no debe tocar la pelota y no debe hacer goles, y de esa misión se encarga uno”, expresaba). En definitiva, un histórico que representó al club con honor y valor, hasta alcanzar la gloria en 1958.
Hoy, 3 de septiembre, en que se cumple un año más de su fallecimiento en 2012, queremos que el pueblo wanderino siga recordando y valorando a personas que, como Francisco Julio, dieron en el campo pruebas de valor.
Con sus compañeros de generación, Jorge Dubost, Guillermo Díaz, y Reinaldo Coloma. (Archivo Familiar).
Como capitán, encabezando la salida del equipo a la cancha, en 1958.
Con su esposa Agustina Rodríguez, en 1958, al recibir el reconocimiento por 10 años en el club (Archivo familiar).
Un aporte del investigador Mauricio Larco para Santiago Wanderers.